PARA RECORDAR

Hoy les traemos del pasado una excelente nota que realizo Marcelo Beltran para El Popular, un día como hoy pero de 2001, imperdible nota a un tal ¨hugo¨ y dos ¨negritos¨

El día en que la historia y el fútbol los volvieron a juntar (El Popular - 23-11-2001)

Y un día volvieron a jugar juntos. Son sólo unas pocas ocasiones que da la vida de volver a ver tres jugadores que marcaron sin duda una época escrita con fuego, que nunca estuvieron en la tapa de la mejor revista de deporte, pero sin duda fueron un antes y un después irreversible en la historia de Jorge Newbery.

A uno de estos tres jugadores solamente que lo llamen "Hugo", automáticamente sirve para entender que es Prátula, por lo actual, lo cotidiano, lo sutil, y por el fútbol que desparramó en los 80, para explotar en toda su dimensión en los '90 y seguir hoy mostrando más. Simple como el dulce de leche, cualquier apodo lo luce bien: genio, maestro, fenómeno, etc., pero cuando estos adjetivos abundan en público o entre amigos, prefiere un rincón para compartir con su humildad o decir algún chiste de los suyos para desviar el tema.

Continuar...

Por algo es el capitán del barco, el referente de lo humano y de lo futbolístico, porque cuando se enciende es para preocupar a cualquiera y cuando hay que tirar amarras a un amigo o compañero, está siempre como el sol.

Los otros dos históricos comparten el mismo apodo: "Negro". Uno es Suárez y el otro Minaberría, que más allá de cómo surja el recuerdo en cada corazón albinegro, el orden de los factores -pese a las épocas- no altera el producto de calidad, de espíritu ganador, condimentado con un talento de futbolista que cualquier hincha recuerda de la historia, más allá de la camiseta.

Una tarde soleada y prepotente de diciembre los volvió a unir en toques y miradas sobre la verde gramilla del enigmático estadio de Jorge Newbery, que en tantas tardes de ver a la pelota perder juicios por malos tratos, se permitió un domingo 16 de diciembre del 2001, cerrar los ojos por un instante y soñar que se podía volver a creer en la magia. Habían vuelto porque la historia lo quizo así y para dejar a todos propensos a una gran demostración, pese a los tacos del almanaque que el viento del tiempo pretendió hacer volar.

El "Negro" Suárez, de la época en que se sacaba a bailar cabeceando a la dama, fue considerado con el tiempo uno de los mejores jugadores que pisaron las canchas de Laprida, y para aquellos más jóvenes que no conocieron su marca registrada, los recuerdos indican que fue de esos jugadores que reunía algo que hoy no abunda en el fútbol: claridad y precisión, con el valor agregado de contar con un remate fuerte y preciso. Fue un goleador sanguíneo de la época del '60, con un compinche de batalla como Carlos "Jetín" Sáenz Valiente; la sociedad anónima de una usina generadora de puro fútbol.

Con la misma atracción, Juan Carlos Minaberría se quedó en la historia de Newbery en la década del 70 y casi toda la década del 80, con la particularidad que exportó y transmitió a muchas generaciones de la cantera albinegra baúles repletos de talento, táctica, sombreros, caños y sutilezas. A todo esto siempre le adosó sus dotes de buen tipo, porque alguien dijo que buena gente no se hace, sino se nace y el "Negro" es precisamente eso.

No pudo dar ninguna vuelta olímpica con la primera división cuando fue jugador, pero la vida le dio revancha como técnico junto con Carlos Sampayo y el sabor de disfrutar llegó en la década del noventa, cuando pudo archivar en el disco rígido de su corazón los tantos campeonatos que la juventud le negó.

Por lo simple que es el fútbol, los tres tuvieron la mágica posibilidad de volver a regar esa añeja esencia, esa forma de ser que los convirtió en pilares de un antes y un después. Fue en una tarde más, aquel día en que la historia y el fútbol los volvieron a juntar.

CME